La existencia del dinero no tiene sentido, la vida, la medida económica transformada en logro ya no existe (casi), porque la estructura familiar, social etc…clásica es aburrida, absurda y ya no es un fin en si mismo.
Por otro lado, subsistir, ya no es la meta exclusiva de ningún pueblo del mundo por muy pobre que este sea. Subsistir no basta para explicar el impulso de vivir, hay que encontrar sentido a las acciones, a la vida, a la existencia. La vida entendida como relato, impulsa buscar algo más; tiempo, experiencias, una vida divertida, plena, que merezca la pena ser vivida.
La inflación de títulos nos ha conducido a una carrera sin fin, tan agotadora y compleja que empezamos a dejar de creer en ella, parece más la zanahoria que se le coloca al burro, que algo palpable. Por lo que vamos dejando de creer en ella, deseamos culturizarnos, saber, entender pero no exclusivamente para conseguir un buen empleo y llevar una vida modélica estilo años 50 en EEUU. Porque la vida es corta y larga al mismo tiempo, y porque esa vida es mentira.
Por otro lado, nos hemos dado cuenta de que después de los 30 años, boala, hay vida!! Todavía quedan 50 o 60 años más por explorar el mundo y no podemos quedarnos en las experiencias vividas en los primeros 20 o 30 años de existencia, de este modo, la arquitectura cambia sustancialmente y construimos a trompicones nuestro presente, pero tratando de que los momentos, todos ellos, sean vida, y que esta, sea plena.
La estructura o el diseño de sociedad, trata de condicionarnos mediante el miedo a todo, mediante la publicidad, con el precio de los bienes básicos etc… para que seamos (sigamos siendo) esclavos, pero cada vez les resulta más complejo, porque los objetivos no son la subsistencia y la obtención de bienes materiales (exclusivamente) y por ello, se presenta cada vez mas complejo el control. La avaricia ha desembocado en falta de calculo de los poderes económicos y lo de la zanahoria no funciona eternamente sin morder un poquito de vez en cuando.
Por otro lado, subsistir, ya no es la meta exclusiva de ningún pueblo del mundo por muy pobre que este sea. Subsistir no basta para explicar el impulso de vivir, hay que encontrar sentido a las acciones, a la vida, a la existencia. La vida entendida como relato, impulsa buscar algo más; tiempo, experiencias, una vida divertida, plena, que merezca la pena ser vivida.
La inflación de títulos nos ha conducido a una carrera sin fin, tan agotadora y compleja que empezamos a dejar de creer en ella, parece más la zanahoria que se le coloca al burro, que algo palpable. Por lo que vamos dejando de creer en ella, deseamos culturizarnos, saber, entender pero no exclusivamente para conseguir un buen empleo y llevar una vida modélica estilo años 50 en EEUU. Porque la vida es corta y larga al mismo tiempo, y porque esa vida es mentira.
Por otro lado, nos hemos dado cuenta de que después de los 30 años, boala, hay vida!! Todavía quedan 50 o 60 años más por explorar el mundo y no podemos quedarnos en las experiencias vividas en los primeros 20 o 30 años de existencia, de este modo, la arquitectura cambia sustancialmente y construimos a trompicones nuestro presente, pero tratando de que los momentos, todos ellos, sean vida, y que esta, sea plena.
La estructura o el diseño de sociedad, trata de condicionarnos mediante el miedo a todo, mediante la publicidad, con el precio de los bienes básicos etc… para que seamos (sigamos siendo) esclavos, pero cada vez les resulta más complejo, porque los objetivos no son la subsistencia y la obtención de bienes materiales (exclusivamente) y por ello, se presenta cada vez mas complejo el control. La avaricia ha desembocado en falta de calculo de los poderes económicos y lo de la zanahoria no funciona eternamente sin morder un poquito de vez en cuando.